ORÍGENES DE LA VILLA DE AÑORA

 

Entre la historia y la leyenda.

     Resulta difícil, si no imposible, determinar con algún grado de rigor histórico las causas y motivaciones que en un cierto momento dieron lugar a la creación de la actual villa de Añora, dificultad por lo demás extensible a la mayoría de los pueblos de la comarca. Viejas leyendas transmitidas oralmente de generación en generación se confunden con datos que poseen algún fundamento, siendo extremadamente dificultoso deslindar lo verídico de lo puramente fantasioso. A ello hay que añadir que las fuentes documentales apenas alcanzan al siglo XV y que los historiadores locales a lo largo de los siglos se han mostrado poco escrupulosos en lo que a investigación se refiere. Baste recordar que el padre franciscano fray Andrés de Guadalupe afirmaba en 1660 que "Pedroche tuvo su origen por los años 3914 de la creación del mundo, 2263 antes de la venida de Cristo"[1].

     Sobre los orígenes de Añora existen tres teorías de las que es posible sacar algunas conclusiones. La más legendaria tradición cuenta que Añora se formó en una época imprecisa debido a que vecinos de Torremilano y Pedroche abandonaron sus villas huyendo de una terrible peste que las asolaba, yendo a asentarse en diversos lugares que con el tiempo se constituyeron en poblaciones dependientes de aquellas.

     Tal epidemia no puede ser otra que la llamada "Peste Negra", que asoló Europa desde 1348 cobrándose 25 millones de víctimas. La península Ibérica, que durante los siglos XI al XIII había experimentado una gran expansión demográfica, perdió más de un tercio de su población al sufrir los efectos de esta peste. Entró por Barcelona en la primavera de 1348 y antes de finalizar el año ya había llegado a Andalucía.

     Córdoba conoció al menos tres brotes pestilentes durante el siglo XIV: los de 1350, 1363 y 1389[2]. El primero corresponde propiamente a la "Peste Negra" y es conocida como "la primera mortandad" por sus implacables efectos en toda Andalucía. El último produjo la muerte en cuatro meses, de marzo a junio, a setenta mil personas en toda la provincia.

     Sin embargo, ninguna constancia documental hay de que esta epidemia afectara a la comarca de Los Pedroches. Tan sólo la tradición ha mantenido la teoría de que algunas de estas villas son hijas de aquella mortífera peste medieval. Según Casas-Deza[3], Torrecampo habría quedado constituido a consecuencia de la emigración llevada a cabo por vecinos de Pedroche que huían de aquella mortandad y que fueron a establecerse en unos caseríos ya existentes. Para Villanueva de Córdoba Juan Ocaña se aventura a fechar su origen entre los años 1348 y 1360, cuando el horror de la epidemia impulsó a los vecinos de Pedroche a huir y establecerse en lugares más saneados[4].

     Añora también habría tenido este origen, como consecuencia de los desplazamientos de población que el mal pestilente provocaba, si bien en este caso con vecinos procedentes de Torremilano, población ésta que a comienzos del siglo XII existía ya con cierto vecindario.

     Otra versión de los hechos hace a Pedroche madre de las seis poblaciones que con el tiempo constituirían la mancomunidad de las Siete Villas. Habría sido a finales del siglo XII cuando vecinos de Pedroche que se alejaban de su población para cuidar sus ganados y labores habrían comenzado a construir caseríos y edificaciones diversas que con el tiempo, y ante la incomodidad de tener que volver necesariamente a su alejada villa, se habrían constituido en poblaciones dependientes de aquella. El planteamiento viene dado por fray Andrés de Guadalupe:

   "Por ser Pedroche en aquellos tiempos (últimos años del  siglo XII) villa tan numerosa, sus vecinos se emplazaban por todo su termino con sus ganados i labores. Unos vecinos con dichas labores se apartaron una legua de Pedroche, otros dos leguas i otros tres i otros mas. Como les fuese molesto a dichos labradores asi apartados el venir todas las noches a dormir a su patria Pedroche, en dichos sitios de sus labores para su recojimiento i abrigo i defensa de los temporales, edificaron algunas casas á las cuales  desde Pedroche les llevaban prevencion i alimento; i desde ellas los días de fiesta de precepto venian a oir misa i recibir los Santos Sacramentos a Pedroche. Pero como aun con esta prevencion los dichos labradores tambien en dichos caserios padeciesen molestia i necesidad originados de estar solos en dichos caserios, y sin la compañia e asistencia de sus mujeres, hijos i familias para remedios de ella, llevaron a dichas sus casas, sus familias, las quales dichos días de fiesta volvian á Pedroche á frequentar los Santos Sacramentos i oir misa. Pero como por este tiempo en dichos caserios hubiese mucha gente de diferentes edades i no fuese posible que todos viniesen a  Pedroche dichos dias de fiesta o ia por lo riguroso de los tiempos o ia por enfermedades o ia por que no se podian dejar solas aquellas casas llenas ia de granos, alimento, trastes i menesteres humanos, determinaron labrar hermitas o iglesias en los sitios de las dichas labores i caserios; las cuales iglesias, siendo al principio pequeñas, despues se hicieron maiores por la mucha gente que se fue aumentando en dichos caserios.                               

"(...) Habiendo salido de esta villa mucha gente, á dichos caserios, para entenderse fue preciso ponerles nombre: llamose pues el un lugar ó caserio Torremilano, otro se llamo Pozoblanco, otro se llamo Torrecampo, otros se llamó Lañora, otro se llamo Alcaracejos i otro se llamo Villanueva de Córdoba, de manera, que de Pedroche salieron dichas seis poblaciones o lugares. Iendo pues creciendo en vecinos, gente i edificios, dichos seis lugares al mismo paso se fue disminuiendo esta villa en vecinos, gente i edificios"[5].

     Esta hipótesis no puede ser cierta al menos para el caso de Torremilano. En efecto, en esta villa se han encontrado vestigios que documentan que en su sitio hubo población romana, y, en cualquier caso, existía ya con corto vecindario en ll55, cuando fue conquistado Pedroche[6].

     La tercera hipótesis sobre el origen de Añora, expuesta por Casas-Deza[7], es la que más credibilidad ha tenido en los últimos tiempos, hasta el punto de fundamentar en ella los motivos del escudo heráldico local. Según este autor, el nombre de Añora significa "noria" y le viene a la villa de la que hicieron algunos vecinos de Torremilano antes del año 1414 en la llamada Huerta del Crespo (hoy en las afueras de la población, a la izquierda de la carretera que va de Añora a Dos Torres). Al parecer, por aquellos tiempos (finales del siglo XIV y comienzos del XV) estas tierras estaban ocupadas por abundantes plantaciones de vid que eran cultivadas por vecinos de la próxima localidad de Torremilano. En algún momento, una o varias familas se habrían instalado en este paraje construyendo varias casas para atender más de cerca los cultivos, dando lugar con el tiempo  a una pequeña aldea que fue creciendo con nuevos vecinos de su villa matriz.

Plaza de la Villa de Dos Torres. Esta población resultó de la unión de las antiguas villas de Torremilano (de la que procedían los primitivos habitantes de Añora) y Torrefranca.

     El cultivo de la vid, en efecto, lo heredaron los cristianos de los musulmanes en los repartimientos de la tierra que se efectuaron tras la reconquista. La documentación testifica la existencia de gran extensión de viñedos en los alrededores de la ciudad de Córdoba y en la mayoría de los pueblos. La riqueza de los viñedos de la comarca de Los Pedroches durante esta época queda demostrada, por ejemplo, con la renta de los diezmos del vino correspondiente a 1478, que da a Pedroche la cantidad de 123.041 maravedíes, ocupando la segunda posición en la provincia detrás tan sólo de la capital[8]. En esa cifra signada a Pedroche hay que incluir las correspondientes a las villas de la comarca a que da nombre.

     La fecha de 1414, por su parte, aparece citada en documentación en numerosas ocasiones referida a la transmisión de la dehesa de la Vera. Según un Interrogatorio sobre bienes de propios realizado en 1851, el 1414 el gobierno de Córdoba hizo una declaración de que dicha dehesa pertenecía a la "quintería" de Añora, declaración que fue ratificada con privilegio en 1416. Como, al parecer, esta afirmación hay que ponerla en duda, según se verá a la hablar de la dependencia jurisdiccional de la dehesa de la Vera, es muy posible que dicha fecha sea un mero referente lejano sin más precisión que el frecuente "desde tiempo inmemorial"[9].

     De todo lo anteriormente expuesto se pueden sacar algunas conclusiones. Parece indiscutible que la villa de Añora se fundó con vecinos procedentes de Torremilano y que dependió jurídicamente de aquella hasta que le fue concedida la independencia. Su fundación hubo de ocurrir en la segunda mitad del siglo XIV, cuando en torno a las antiguas poblaciones de Pedroche y Torremilano surgieron también otros núcleos como Pozoblanco, Torrecampo, Torrefranca y Encina Enana. El desconocimiento general del proceso repoblador en Los Pedroches impide mayores precisiones, como el determinar si los nuevos pobladores fueron a asentarse en antiguas localidades abandonadas durante la reconquista. Las causas del nacimiento de los nuevos pueblos pueden ser, en fin, muy variadas: expansión demográfica, necesidad de acercarse a los cultivos, desarrollo de minúsculos núcleos preexistantes, etc.

 

El Título de Villa.

     Desde que en 1242 Fernando III donó las villas y términos de Santa Eufemia, Belalcázar y Pedroche al concejo de Córdoba, el territorio de Los Pedroches pasó a formar parte del alfoz de la capital, que estaba regido por el Fuero que dicho rey había otorgado a la ciudad en 1241.

     Según el Fuero de Córdoba, el pueblo debía nombrar anualmente para la capital cuatro alcaldes, un juez, un mayordomo y un escribano. Pronto, sin embargo se inicia un proceso de mayor intervencionismo real en el concejo, y así, en 1258 se reduce el número de alcaldes a dos, y estos por designación del monarca. En 1328 se crea el oficio de los "Trece" (que después se ampliaría a "Veinticuatro"), todos ellos de nombramiento real. Finalmente, Enrique III en 1402 instaura la figura del Corregidor como delegado y representante del rey en el municipio, investido de funciones inspectoras en el gobierno concejil.

     Toda la organización municipal de las villas y aldeas del término de Córdoba se encontraba casi en su totalidad dependiente de los funcionarios de la capital. El concejo cordobés nombraba dos alcaldes, un alguacil, dos jurados y un escribano del concejo de cada villa, y ponía los alcaldes en las aldeas de su término, según una disposición de Alfonso X dada en 1236. Los vecinos de las aldeas debían acudir a la ciudad para sus juicios (los asuntos de justicia estaban reservados al alcalde de Córdoba) y pechaban a favor de ella.

     Ya en tiempos de los Reyes Católicos, cada villa ejerce su hegemonía en un amplio territorio, con autoridad y atribuciones análogas a las de la capital, aunque dependiendo siempre de ella. Pronto, sin embargo, las aldeas y pequeños poblados comienzan a mostrar cierta resistencia al dominio de la ciudad y de la villa, poniendo de manifiesto los muchos perjuicios que tal dependencia les suponía.

     En esta situación se encontraba Añora con respecto a Torremilano. Los habitantes de la aldea de la noria debieron pensar que constituían ya un número sufucuente como para administrarse autónomamente. En 1487 encontramos a los lugares de Añora y Alcaracejos metidos en pleito con Torremilano, de la que ambas dependían jurisdiccionalmente, llevando a cabo probablemente un primer intento de segregación. Así consta en un documento en el que los oidores de la Audiencia de Salamanca dan facultad al Concejo de Torremilano para repartir entre sus vecinos los veinte mil maravedíes que necesitaba para proseguir dichos pleitos[10].

     Las aspiraciones de independencia de estos vecinos se hicieron realidad para los de Alcaracejos, que obtuvieron su Título de Villa en 1488. En cambio, no prosperaron en aquella ocasión para los de Añora, al decidir la Audiencia que Torremilano siguiera teniendo jurisdicción sobre este lugar:

 "el concejo, alcaldes, alguazil e regidores, oficiales e omes buenos de la villa de Torremilano me enviaron faser relaçion diziendo que la dicha villa ovo tratado en el mi consejo cierto pleyto con los del lugar de la Añora sobre la jurisdiçion que la dicha villa de Torremilano tiene sobre ellos e que en el mi consejo fue determinado que el dicho lugar de la Añora todavia estoviese por la jurisdiçion de la dicha villa de Torremilano"[11].

     En cumplimiento de la sentencia fueron puestos en Añora un teniente de alcalde, otro de alguacil, un jurado y un escribano público, que constituirían el concejo de la aldea. Ciertas interferencias en la relación entre Torremilano y Añora hubo de haber por parte del corregidor de la capital, Francisco de Bobadilla, en este año de 1488, lo que motivó que el concejo de Torremilano acudiera de nuevo a las altas instancias en defensa de sus derechos reconocidos. En consecuencia, la reina Isabel personalmente ordena al corregidor "que veades las dichas mercedes que por los de mi consejo fueron e las cartas executorias de ellas, e las guardades e cumplades e fagades guardar e cumplir en todo", obligándole, "so pena de la mi merced e de dies mil maravedis para la mi camara", a que se reconozcan las sentencias dadas sobre la jurisdicción de Torremilano[12]. 

     Nuevas disposiciones sobre la administración municipal permitieron que los lugares pudieran presentar al Corregidor una terna para nombrar sobre ella alcalde, escribano y alguacil, que formarían el concejo. Esta medida, así como otras que reconocían a las aldeas ciertas competencias para su gobierno local, no debió ser aceptada de buen grado por la villa de Torremilano, que veía quizás en ella un peligro en el mantenimiento de su dominio, razón por la que obstaculizó en lo posible su aplicación práctica.

     En 1492 los vecinos de Añora se dirigen de nuevo al Consejo Real para denunciar una serie de atentados cometidos contra su lugar por parte del concejo de Torremilano. Se les acusaba de llevar los presos de Añora a Torremilano, a pesar de tener la aldea ya reconocidas ciertas atribuciones en las causas civiles, y de cobrar precios abusivos o arbitrarios en la aplicación de la justicia. La principal queja era, no obstante, que el concejo de Torremilano seguía imponiendo a los vecinos de Añora los cargos concejiles, a pesar de una disposición según la cual "los alcaldes y alguazil que en el dicho logar del Añora oviesen de tener e fuesen las personas que ellos en cada un año eligiesen"[13].

     Muestra de la falta de aceptación del concejo de Torremilano hacia las disposiciones que concedían cierta autoridad a la aldea es que ese mismo año los vecinos de Añora se hallan de nuevo en disputa con el concejo de Torremilano para que les sea devuelta una carta y sobrecarta de los Reyes Católicos que les fue tomada acerca del nombramiento de oficiales de su concejo, según relación hecha por Pedro López Bejarano, vecino de la aldea y en su nombre como procurador del concejo[14].

     Lo cierto es que pasan los años y los vecinos de Añora continúan mostrando su disconformidad por la dependencia de Torremilano. A mediados del siglo XVI la aldea sobrepasaba ya los 500 habitantes y la mayoría de los asuntos seguían sometidos a la resolución de las autoridades de la villa, que seguía siendo, a pesar de pequeñas delegaciones a duras penas admitidas, cabeza de la jurisdicción concejil. Contaba con un alcalde ordinario que elegían anualmente los alcaldes de Torremilano, un alguacil que nombraba el de dicha villa y un jurado y un sotojurado propuesto asímismo por los de aquella. El alcalde de Añora, además, apenas tenía atribuciones y las escasas que poseía no siempre eran respetadas por los de Torremilano. La tramitación de cualquier asunto de mínima importancia ocasionaba molestias y pérdidas de tiempo y económicas al tener que llevarse a cabo en la villa, por lo que con frecuencia las transgresiones a la ley quedaban impunes, ante las dificultades y demoras que la lejanía propiciaba. Incómodo resultaba también para los vecinos de Añora que fueran las autoridades de Torremilano las encargadas de administrar y distribuir los beneficios que producían las dehesas comunales y de propios.

     La ocasión se presentó en 1552, merced a la carta poder que el Emperador Carlos V y su madre doña Juana otorgaron a favor del príncipe don Felipe, hijo y nieto respectivamente de ellos, documento firmado por el Emperador en Argentina el día 18 de septiembre de dicho año. En él se le autorizaba a poder dar privilegios de hijosdalgos y a nombrar villas a los lugares que estuvieran sujetos a otras jurisdicciones, a cambio de una determinada cantidad. Esta medida venía forzada por la necesidad que tenía la corona de recaudar fondos urgentemente para continuar las guerras emprendidas contra el rey de Francia y otros príncipes europeos "desviados de la fe en daño universal de la cristiandad y religion", habida cuenta de que los numerosos impuestos, servicios ordinarios y extraordinarios establecidos no habían sido suficientes para paliar el grave déficit de la hacienda real.

     En virtud de esta carta-poder, Antón García Cejudo expuso en nombre del concejo de Añora los perjuicios y molestias que les ocasionaba la dependencia jurisdiccional de la villa de Torremilano. Y así, el 27 de mayo de 1553 le fue concedido a Añora el Título de Villa, por el cual se le apartaba definitivamente de la jurisdicción de aquella y se le hacía villa por sí y sobre sí, a cambio del pago de 300.000 maravedíes que habría de hacerse al tesorero real Alonso de Baeza. El Título concedía al pueblo la facultad de elegir y nombrar cada año dos alcaldes, un alguacil y un mayordomo, procuradores, guardas y los demás oficiales que se acostumbraban en las restantes villas de la comarca, a los cuales se les daba poder para ejercer la justicia en todos los pleitos y causas que acaecieren en su término[15].

     El pago de los 300.000 maravedíes se efectuó al tesorero real, Alonso de Baeza, el 29 de mayo de ese año.

     Tan sólo un mes antes, el 18 de abril, Villanueva de Córdoba, que contaba entonces 280 vecinos, había recibido también su Título de Villa, acogiéndose a la misma carta-poder, siendo apartada por él de la jurisdicción de Pedroche, por lo cual pagó a la Corona 700.000 maravedíes. El texto del otorgamiento es, salvo ligeras variantes y algunas más detalladas explicaciones, idéntico al de Añora[16].

     Nada más obtener Añora su Título de Villa independiente de Torremilano inicia un proceso de reclamaciones y denuncias contra la villa madre en orden a conseguir para su concejo un mayor dominio sobre la dehesa de la Vera, que era, de las tres dehesas de propios que compartían Torremilano, Alcaracejos y Añora, la que le correspondía por proximidad geográfica. El concejo de Torremilano, sin embargo, no había aceptado de buen grado la independencia de Añora y se negaba a ceder atribuciones en lo correspondiente a las dehesas. En muchas ocasiones durante los años siguientes Añora recurrió a los tribunales reclamando para sí determinados privilegios en la administración de estas tierras, pero siempre le fueron negados en favor de Torremilano.

     Aunque después se tratará más detenidamente este tema, merece la pena adelantar aquí uno de esos pleitos que muestra claramente la posición de Torremilano con respecto a su hasta hacía poco aldea. Según las ordenanzas que regían la administración de las dehesas de propios (Peña Alta, Vera y Arcivejos), cada año el día de San Miguel los vecinos de cada villa (se refiere a las villas de Torremilano, Alcaracejos y Añora, que eran las comuneras) debían registrar ante el mayordomo del concejo de Torremilano las vacas que habían de pastar en las tres dehesas. El concejo de Añora, amparándose en que "la dicha villa de Añora es villa sobre si esenta de jurisdicion salvo de la de Cordova por privilegio real nuebamente concedido", pretendió en 1555 que cada vecino registrara sus vacas "ante el mayordomo del concejo donde fuese vecino", por lo que las introdujo en la dehesa de la Vera sin dar cuenta a Torremilano. El concejo de Torremilano, por su parte, ordenó que esos ganados fueran sacados de dicha dehesa y llevados a su villa para el registro, "pretendiendo -en opinión de Añora- como todavia quieren pretender jurisdiccion sobre la noria estando como esta quitado por privilegio real que les a sido notificado". Torremilano alega el incumplimiento de la ordenanza por parte de los vecinos de Añora y afirma que el privilegio da independencia "al lugar de la Añora" en cuanto a la jurisdicion, pero no en lo demás, por lo que el registro de las vacas se ha de hacer en Torremilano. Así lo falla finalmente la Audiencia de Granada el 23 de julio de 1555[17].

 

El pueblo y sus habitantes.

     La población de Los Pedroches experimenta durante el siglo XVI un acusado crecimiento al pasar de 5.502 vecinos en 1530 a 6.525 en 1587, lo que significa un aumento de casi un 20%. La población se hallaba fundamentalmente concentrada en las villas, siendo insignificante el porcentaje del total que habitaba en cortijadas, caseríos o ventas. La actividad ganadera y artesanal de los pueblos de la comarca puede ser en este caso un motivo para este fenómeno de agrupación de hábitat, al que tampoco sería ajeno la relativa proximidad geográfica de los distintos municipios entre sí.

     Para la villa de Añora el primer recuento de población que se puede considerar data de 1.553, pues hasta ese momento sus vecinos aparecen contados juntamente con los de Torremilano. Según el Título de Villa, Añora contaba el año de su concesión con 160 vecinos, que se verán aumentados a 300 en 1.571, año de mayor esplendor demográfico del siglo. Añora acabará la centuria con 257 vecinos en 1.595, siguiendo en lo demás las mismas tendencias que el resto de las villas[18].

            Si consideramos que algo de verdadero hay en la hipótesis de fray Andrés de Guadalupe sobre el origen de los pueblos de Los Pedroches, tendríamos que convenir que algunos edificios religiosos se cuentan entre las primeras edificaciones locales, aunque, en realidad, no poseemos de momento datos documentales sobre este punto. El más antiguo puede ser la ermita de San Pedro, probablemente del siglo XV, que contiene elementos góticos. Se trataba en su origen de una nave rectangular atravesada por grandes arcos apuntados de ladrillo que arrancan de pilastras de granito y sostienen una armadura de tejado a dos aguas. La fachada presenta una típica portada de arco carpanel rodeado de arrabá.

Ermita de San Pedro

            La iglesia parroquial, dedicada a San Sebastián[19], consta de tres naves separadas por arcos sobre columnas de granito. Su construcción puede datar de principios del siglo XVI. Ya existía en 1589, año en que un documento de Visitas Generales del Obispado de Córdoba la describe de la siguiente manera:

   "de tres naves con dos danças de arcos por largo; los posteles de canteria llana rollizos, y los arcos hasta las bajas de los posteles, de ladrillo. La capilla mayor, de tres arcos y con el testero del altar mayor hazía cuadro. Los techos de madera mal labrada rolliza y zarcos de caña. La iglesia de suficiente grandor para la gente del pueblo con dos puertas una a un lado a mano derecha mirando al altar, y la otra en el testero de la yglesia frente al altar mayor con un campanario encima de canteria (...) El suelo de la yglesia a partes solado y a partes por solar. El sagrario no está dorado sino pintado. El retablo del altar mayor mediano dorado a partes casi llano y en medio a señor S. Sebastian de bulto y talla a los lados S. Bartolomé e la Magadalena"[20].

            En 1590, ante la gran grieta que presenta la torre, el obispo manda que se repare a fin de evitar posibles accidentes. Pedroche, Torremilano y Añora compartieron los gastos de reparación, "que se hizo casi toda de abajo a arriba questava toda para dar en el suelo". Del siglo XVI es también la hermosa pila bautismal de granito que se conserva en esta iglesia.

Parroquia de San Sebastián. La torre es obra del siglo XVIII.

            La ermita de la Virgen de la Peña parece ser la más moderna, pero no hay que descartar que su configuración actual sea producto de una reedificación sobre una construcción menor más antigua. La puerta norte, con seguridad el elemento más antiguo de todo el edificio, es de transición al gótico y el mosaico de piedras sin labrar que hay a sus pies (sin duda más antiguo que el de la puerta principal) representa un sol antropomorfo con rayos alternativamente rectos y ondulados.

Ermita de la Virgen de la Peña

            Es probable que en estos edificios esté la clave para determinar cuál es la antigüedad real de nuestro pueblo y qué existía de él antes de lo que conocemos. Sin embargo, de momento las fuentes documentales no llegan tan lejos y falta investigación rigurosa sobre este punto, por lo que es arriesgado avanzar cualquier hipótesis.

            La actividad religiosa era ya, en cualquier caso, fluida en esta época. Casas-Deza afirma que los libros de bautismos del Archivo Parroquial comenzaban en 1557 y de 1570 data el único caso de Inquisición del que tenemos noticia en Añora. Se instruyó causa contra Antón García Peinado, sacristán de Añora, porque dijo que Dios se sirve tanto de lo bueno como de lo malo, puesto que "Dios tiene ahí a los luteranos si no se sirviese dellos, matallos ya luego, luego tambien se sirve Dios de lo malo como de lo bueno". Tras negar sus equívocas afirmaciones, fue absuelto de la instancia[21].

            Del siglo XVI data probablemente también el edificio de las Casas Consistoriales, aunque su estructura ha sido muy modificada a través de los siglos. En principio, los regidores de todos los pueblos comenzaron celebrando sus reuniones en el atrio de una iglesia (así como los concejos de las Siete Villas se reunían en la ermita de Piedras Santas de Pedroche), aunque en otras ocasiones la corporación concejil se reune en un lugar no religioso (tal como los concejos de las Tres Villas resolvían la administración de las dehesas de propios en la Huerta de Moya). En 1480 los Reyes Católicos ordenan que todos los concejos de ciudades y villas hagan su casa de Ayuntamiento. Es, pues, bastante probable que Añora, deseosa como estaba de demostrar su independencia de Torremilano, edificara su Casa Consistorial, como símbolo de jurisdicción propia, nada más obtener su Título de Villa, o incluso antes, cuando comenzaron a concedérsele ciertas atribuciones municipales. Lo cierto es que desde los documentos más antiguos se testifica la existencia de las Casas del Ayuntamiento, y no hay noticia de que el concejo local se reuniera nunca en otro lugar.

            Del tiempo de los Reyes Católicos es también el primer noriego ilustre del que tenemos noticia, según Casas-Deza. Se trata de Alonso Ruíz del Castillo, que fue Oidor de la Audiencia y recibió recompensas de los Reyes en premio a sus servicios. 

 

Actividades económicas durante el siglo XVI.

     El crecimiento demográfico que experimentó la comarca durante el siglo XVI tuvo como consecuencia inmediata inevitable un aumento en la roturación de las tierras y en la extensión de los cultivos, con una destrucción consecuente del bosque mediterráneo que probablemente cubría estas tierras, recreado a consecuencia del despoblamiento general que sufrieron Los Pedroches tras la reconquista cristiana[22].

     Un requerimiento del cabildo de jurados de la ciudad de Córdoba, fechado en julio de 1538, muestra la necesidad urgente que sentían los vecinos de Los Pedroches por ampliar sus superficies cultivables, que ya no eran suficientes para alimentar a su crecida población:

   "Lope Gutierrez de Torreblanca y Goçalo de Hoçes,       jurados, y Juan de Heredia y Diego de Pisa, jurados, dixeron que porque los pueblos de Pedroche, que son Villapedroche e Torremilano e Torrecampo, no pueden vivir syn tierras donde labrar porque cuando la hordenança se hiço estos pueblos eran muy pequeños e agora son muy grandes, que suplica a su señoria e si es neçesario les requieren, que den liçencia para que los veçinos dellas e de la Sierra puedan haçer roças e sembrallas para que puedan tener pan donde coman los veçinos de los pueblos, porque de otra manera los pueblos se despoblarán e se yrán a tierras de señorío..."[23].

     De hecho, desde muchos años atrás, la producción agrícola de la comarca era sumamente pobre. En septiembre de 1.502 el Corregidor de Córdoba, Diego López Dávalos, realizó un recuento de beneficiarios de renta cerealera, pudiendo observar que en ningún pueblo de Los Pedroches se disponía de cereal sobrante después de atender al consumo familiar y a la reserva para la siembra siguiente. El caso más extremo de los reseñados fue Pozoblanco, donde "no se halló pan ninguno mas de lo que habian menesterlas personas que alguno tenian"[24]. En este sentido, la zona de la Sierra siempre se diferenció ostensiblemente en su producción cerealística con respecto a la campiña, como queda de manifiesto en los distintos precios que alcanzaba en cada una de ellas la fanega de trigo[25].

     Sí parece, sin embargo, que la comarca era autosuficiente e incluso rica en otras producciones diversas, como productos derivados de la ganadería, especialmente lanar, colmenares, viñas, dehesas, etc. Como ya vimos, la renta de los diezmos del vino correspondiente a Pedroche y su término era la segunda más alta tras la de la ciudad de Córdoba en 1478.

     En defensa de estas producciones agro-ganaderas, en 1576 Antonio de Villalobos, en nombre del concejo de Añora, acudió al Consejo Real protestando ante la actitud de algunos miembros de La Mesta que, estando establecidos en las Siete Villas con sus ganados, "destruyan las dehesas, baldios y bedados, panes e viñas, cortavan y talavan en los montes e hazian otros muchos daños", excusándose de pagar los desperfectos amparándose en los privilegios de la Mesta. Atendiendo estas quejas, el rey Felipe II mandó dar una Real Carta, fechada en Madrid a 18 de septiembre de 1576, en la que ordena

   "que si los ganados de los hermanos del conzejo de la mesta que fueren vecinos en esa dicha villa y su comarca hizieren algunos daños en los panes e viñas y dehesas y otras heredades de los vezinos della estando de asiento e gozando de las vezindades e no yendo de paso los podais prender e penar e compeler e apremiar a los dichos que fueren tales hermanos de mesta e paguen las penas de las hordenanzas que hesa dicha villa tiene o tuviere por nos confirmadas segun e como se haze e acostumbra hacer con los otros vecinos de esa dicha villa que no son hermanos del dicho conzexo de mesta"[26]

Dehesa de Añora

     Pero la actividad económica más importante de Los Pedroches durante el siglo XVI lo constituye la industria textil, hasta el punto de poder considerar a esta comarca el núcleo artesanal sobre el que se apoyaba este sector en la provincia de Córdoba. Su producción conocida, que era enviada casi por completo a Córdoba para recibir los tratos finales y ser puesta a la venta, supuso un 56% del total comercializado en la ciudad en el periodo 1590-95[27].

     En efecto, la primitiva ocupación ganadera de Los Pedroches había evolucionado hacia la actividad artesanal para alcanzar en ella unos niveles de extraordinaria especialización. Los pueblos vivían mayoritariamente de la labor de los telares, cuya producción superaba con mucho las necesidades de consumo locales y comarcales. Pedroche declara en 1508 que "la casa mas util y provechosa y mas prinçipal de la vivienda de los vesynos e moradores desta villa es el ofiçio que tienen de haçer paños por donde esta villa ha sido y es mas aumentada"[28]. Por su parte, Torremilano, y con ella su todavía aldea Añora, señala en 1500 que la actividad textil era practicamente la única ocupación que existía en el lugar.

     Los telares de la comarca se abastecían fundamentalmente, si no exclusivamente, de las lanas de los ganados de su propia zona, al parecer de gran calidad. Así lo demuestra al menos una provisión real de Felipe II, librada en 1571 a pedimento de la Siete Villas, al señalar que

   "esas dichas villas thenian por trato y principal       grangeria y caudal de labrar lanas finas de las ovejas que  se criavan en los terminos de esas dichas villas y sus     comarcanas y la lana que dellas procedia la gastavan y  labravan todos los vezinos en hazer paños veintiquatreros los quales serian muy finos o perfectos por ser hechos y   obrados de la dicha lana tan fina y buena".

     Dicha real provisión era la respuesta a una solicitud de las Siete Villas en la que sus concejos se quejaban de los daños que les causaría la aplicación de una disposición del corregidor sobre el obraje de paños de lana, en la que se imponía una determinada partición de la misma, pues de seguir tal orientación "seria ynposible poderse conservar los vecinos y moradores de estas villas por ser esta su principal granjeria y trato y los vezinos de toda la tierra muy pobres y de tan pobres caudales que comun y generalmente no alcançaban cada uno mas de para comprar lana para uno o dos paños y vendidos aquellos hacer otros".

 Una vez consultados ciertos maestros y personas expertas de Segovia, Cuenca, Baeza y Chillón, se dió licencia "a los vecinos de esa dicha ciudad y villas de Pedroche, Torremilano, Torrelcampo, Pozoblanco, Villanueva, el Añora y Alcaracejos para que sin embargo de la prematica del obraje de los paños que dispone que se haga cuatro suertes del vellon con la qual dispensamos en quanto a lo susodicho podais labrar y labreis la lana fina de las ovejas (...) de esa dicha ciudad y villas de su tierra y sus comarcas en hazer los dichos paños veintiquatreros echando en ellos el vellon de la dicha lana fina entero quitando del solamente lo que es basto para orillas y para cordellates y frisas haciendo de toda la dicha lana una suerte segun como lo habeis hecho hasta aqui sin por ello caer ni yncurrir en pena alguna"[29].

     El producto más característico de los pequeños talleres domésticos, unidad básica de producción de la pañería local, eran los paños veinticuatreros, que se fabricaban con la mejor lana, mientras que frisas, cordellates y bayetas se componían con las partes menos finas del vellón, según se ha visto. Artículos, en cualquier caso, de gran calidad. Los paños en jerga de Los Pedroches, una vez tejidos, eran enviados a Córdoba a través de mercaderes urbanos para ser bataneados y teñidos y proceder a su posterior venta.

     En cuanto a los niveles de producción de la industria textil en las Siete Villas, se puede aportar el siguiente cuadro, formado tomando como base un informe solicitado por el Corregidor de la ciudad entre 1588 y 1589, sobre el nivel que en cada villa había alcanzado el trato de paños[30]:

 

Producción Textil de las Siete Villas (1588)

Pueblos

Máximo

Mínimo

Vecindad

Pedroche

1.000

800

700

Torremilano

3.000

1.500

800

Torrecampo

600

400

600

Pozoblanco

1.500

1.000

650

Villanueva

200

200

450

Alcaracejos

300

300

300

Añora

400

300

200

TOTAL

7.000

4.500

3700

 

     Las cifras de máximos y mínimos se refieren a piezas producidas y responden a estimaciones de los concejos de cada villa. Probablemente la estimación máxima sea la más ajustada a la realidad. En Añora, en los ocho primeros meses de 1592 se produjeron 224 piezas, lo que equivale a una producción superior a 300 paños en el conjunto del año[31].

     Con todo, a fines de siglo la industria textil cordobesa en general comenzó a decaer, habiéndose de señalar el tercer cuarto del siglo XVI como la etapa más productiva. Un siglo más tarde, en 1686, un memorial que la ciudad de Córdoba eleva al Consejo Real a requerimiento de la Junta de Comercio alude en su análisis sobre la postración del sector a las pasadas glorias de los Pedroches, al señalar que "de la fabrica de paños y bayetas de los Pedroches que aqui se beneficiaban y batanaban y teñian entraban en esta ciudad (hace ahora treinta años) mas de ocho mill cabos cada año y desque aqui se conduzian a toda España (...) y oy no se labran treçientos paños y bayetas"[32].

 

NOTAS


[1]  Fray Andrés de GUADALUPE, Historia de la Santa Provincia de los Angeles (1660), citado por Juan OCAÑA PRADOS en  Historia de Villanueva de Córdoba, Madrid, 1911, pag. 26.

[2]  Juan BALLESTEROS RODRIGUEZ, La peste en Córdoba, Córdoba, 1982, pags. 103 ss.

[3]  Corografía.... pag. 124.

[4]  Juan OCAÑA TORREJON, Villanueva de Córdoba. Apuntes históricos, Córdoba, 1981, pag. 9.

[5]  Juan OCAÑA PRADOS, Ob. cit., pags. 27-28.

[6]  CASAS-DEZA, Corografía..., pag. 129.

[7]  Corografía..., pag. 39.

[8]  Manuel NIETO CUMPLIDO, Islam y Cristianismo, tomo 2 de la Historia de Córdoba, Córdoba, 1984, pag. 250.

[9]  El más antiguo documento encontrado hasta el momento en el que aparece citado el nombre de Añora data de 1.477, en el que algunos de sus vecinos prestan declaración sobre la delimitación de ciertos términos municipales (Vid. Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba, tomo I, Córdoba, 1981, pag. 150). Se encuentra en el Archivo de la Catedral de Córdoba, Caj. P, n. 120.

[10]  AGS. Registro General del Sello, V, num. 32.

[11]  AGS. Registro general del Sello, V, num. 4074.

[12]  Idem.

[13]  AGS. Registro General del Sello, IX, num. 839.

[14]  AGS. Registro General del Sello, IX, num. 2283.

[15]  El texto del Título de Villa que hemos podido consultar, y que se publica íntegro en el Anexo I, está tomado de un traslado del original sacado en 1597 y que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Dos Torres, formando parte de las diligencias de un pleito sobre las dehesas de propios (AHMDT, registro 131, legajo 24, expediente 1). Es la única copia de la que tenemos noticias, pues no se conserva ni en el Archivo Municipal de Añora ni en las secciones de Mercedes y Privilegios y Contaduría General (época de Carlos V) del Archivo General de Simancas. El original del Título de Villa que se conservaba en el Archivo de Añora, que todavía se encontraba allí en 1849 según el Interrogatorio sobre archivos de ese año, desapareció probablemente a mediados de este siglo, cuando buena parte del archivo histórico fue destruidomente. Ya no estaba en 1957, fecha en la que, sin embargo, sí era posible ver todavía el sello de plomo al que se hace referencia en el último párrafo del Título, el cual es descrito por el Diccionario Geográfico de España (Madrid, 1957, tomo II, pag. 547) de la siguiente forma: "una plancha circular de plomo, de ocho cm. de diámetro, en una de cuyas caras aparece un escudo real de España, muy borroso (parecido al de las antiguas monedas de plata de 5 ptas.), con una inscripción ilegible a su alrededor, y en la otra cara se ve una matrona con el mundo sobre la mano izquierda y un cetro en la derecha y también con otra inscripción ilegible a su alrededor". Este sello también ha desaparecido en la actualidad. 

[16]  Juan OCAÑA PRADOS, Ob. cit., pags. 33-45.

[17]  AHMDT, reg. 131, leg. 24, expte. 1, fols. 34-41.

[18]  J.I. FORTEA PEREZ, Ob. cit., pag. 121-122.

[19]  Sobre la devoción a San Sebastián en Los Pedroches, véase mi artículo "Fenomenología religiosa de las epidemias en la comarca de Los Pedroches", en Crónica de Córdoba y sus pueblos II, Córdoba, 1991, pags. 106-115. Su culto en España data de finales de la época visigoda. Parece ser que en la segunda mitad del siglo IX había en la serranía de Córdoba una basílica dedicada a este mártir, según la inscripción de una campana hallada cerca de Espiel (Carmen GARCIA RODRIGUEZ, El culto a los santos en la España romana y visigoda, Madrid, 1966, pag. 175).

[20]  VV.AA. Catálogo artístico y manumental de la provincia de Córdoba, Córdoba, 1981, tomo I, pag. 157.

[21]  Rafael GRACIA BOIX, Autos de fe y causas de la Inquisición de Córdoba, Córdoba, 1983, pag. 48.

[22]  Bartolomé VALLE BUENESTADO, 0b. cit., pag. 95.

[23]  J.I. FORTEA PEREZ, Ob. cit., pag. 135.

[24]  Miguel Angel LADERO QUESADA, "Producción y renta cerealeras en el reino de Córdoba a finales del siglo XV", en Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Historia Medieval, Córdoba, 1978, tomo I, pags. 375-396.

[25]  Emilio CABRERA, "Renta episcopal y producción agraria en el obispado de Córdoba", en Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, Córdoba, 1978, tomo I, pags. 397-412, pag. 404.

[26]  AHMA, reg. 449, leg. 38, expediente del siglo XVI.

[27]  J.I. FORTEA PEREZ, Ob. cit., pag. 392.

[28]  Idem, pag. 282.

[29] Real Provisión sobre lanas para el obraje de paños, dada en Madrid a 14 de julio de 1571. AHMA, reg. 448, leg. 38, expediente siglo XVI.

[30]  J.I. FORTEA PEREZ, Ob. cit., pag. 390.

[31]  Idem, pag. 391.

[32]  Idem, pag. 281.